La escultura, protagonista de la animación, encuentra su refugio eterno en la habitación del sueño, cuyo techo se alza como “La casa de los ángeles”, un rincón mental que abarca tanto el pasado como el futuro, compartido por el poeta y el creador. Perros hechos de instrumentos musicales, velas y barquillos de helado protegen el escenario, donde la cama se transforma en un vasto mar iluminado por el resplandor de “Lunática”.