Zambullidas...!!!
Martín Lejarraga
La gente está cansada, cansada de ir al súper, al híper, al mega/store, de montar muebles por piezas, de hacer cursillos de idiomas, de esperar en urgencias, de ponerse morena, de hacer colecciones de motos, coches, muñecas de porcelana, molinillos de cocina, barcos de época y relojes de colección, y de hacerlo todo rápido, cansada de las prisas, de que le digan lo que tiene que hacer y comprar y dónde ir continuamente; la gente está harta, harta de sentir desconfianza, inquietud hacia el futuro y miedo de lo que le rodea, de perder el tiempo, de no conocer a nadie, de perseguir un sueño que no llega, no, de no tener sueños, de no sentir nada, no, de no sentir nada bueno.
TEMPI DURI, CARA (DONNA LEON 2003)
En estos TIEMPOS DUROS, -siempre habrá sido así, seguramente, pero ahora nos toca a nosotros- los arquitectos debemos decidir si queremos que nuestro trabajo participe en la emancipación del hombre, o si se opone a ella, al simular un tipo de vida establecido de acuerdo a las tendencias actuales, algo que ya predijo Archigram en los últimos años sesenta
Y es que es en esa segunda mitad del siglo veinte cuando la arquitectura empieza a evolucionar bajo la influencia directa del pensamiento y los ejemplos del progreso moderno, y es también cuando la casa, como categoría disciplinar, comienza a experimentar una profunda revisión metodológica, conceptual, programática y constructiva, que ha llegado hasta hoy.
Hasta ese momento, la casa había constituido el objeto principal de atención e investigación arquiteccasatejado. tónica, social y económica desde principios del siglo veinte, y todas las reflexiones anteriores a la segunda gran guerra derivan de esa situación -"la casa es una máquina de habitar" (Le Corbusier, años veinte), "la vivienda de nuestro tiempo todavía no existe, sin embargo la transformación del modo de vida exige su realización" (Mies v.d.R., años treinta)-.
Con la llegada de los años cincuenta y sesenta la casa comienza una transformación continuada, basada no tanto en el interés que despierta por sí misma y el resultado del estudio directo sobre ella, sino en las influencias que recibe, derivadas de la consideración de espacio de uso y objeto de representación, ligado intensamente a su tiempo.
En estas circunstancias, la casa se convierte en blanco indirecto de atracción, que recoge y aglutina las experiencias de laboratorio y las consecuencias de los procesos de evolución en otras categorías arquitectónicas -oficinas, espacios de trabajo y relación-, la asimilación de los procedimientos constructivos industriales, los avances en la comunicación de redes, la sostenibilidad energética, el equilibrio con el medio que nos rodea, la producción de nuevos objetos de mobiliario, la consideración de la ergonomía, la aerodinámica y la ecología en el diseño de éstos, las relaciones entre trabajo-ocio y sus influencias mutuas, la condición nómada de los individuos en el territorio globalizado, el nuevo hedonismo del confort, del placer, y la consideración del cuerpo como objeto de sofisticadas necesidades de tratamiento y atención al mismo, etc.
Ya no hay fronteras fáciles entre las diferentes categorías y sistemas arquitectónicos, y en ellos, ya no hay límites claros entre lo público y lo privado, el contenedor y el contenido, las partes y el todo, la casa y los muebles, terrenos sin explorar en los que ya Andy Warhol -¡WHISH YOU WERE HERE!- también en los sesenta, se movía con naturalidad y de los que hacía su particularapología, "es mucho más excitante ver dónde vive la gente que ver lo que viste, o sea, es mejor ver su ropa colgada de las sillas que de sus cuerpos".
Por ello, desde esa situación social y cultural, el proyecto contemporáneo propone la casa bajo el signo de la ambigüedad y la flexibilidad, donde la mezcla de situaciones diversas requiere soluciones simultáneas y cambiantes -que evitan la exclusión-, y donde todas ellas, reducidas a la sencillez más científica, están muy alejadas de las imágenes tecnológicas, tan afectadas como incumplidas, que las quimeras modernas prometían.
No hay interior o exterior, sino espacios con usos diversos, no hay puertas o ventanas, sino huecos particulares, no hay suelos, paredes o tejados, sino superficies planas o inclinadas o alabeadas, no hay muebles o instalaciones, sino funciones que cubrir.
Teresa recorre todo este camino de manera intuitiva –de nuevo la intuición como manifestación máxima del conocimiento-, con un discurso poético que le permite constatar y afirmar las condiciones de la casa contemporánea, y construirla con imágenes proyectuales, reales, donde están presentes los elementos que la caracterizan.
Yo, recorriendo las obras de la exposición, he sentido zambullirme en el agua limpia que las inunda, y que nos confirma, de nuevo, la punzada emocionante y el contenido moral que hace del arte una hermosa herramienta, necesaria y eficaz, especialmente en los TIEMPOS DUROS.